Las autoridades de seguridad de Panamá informaron este sábado que en los dos últimos meses han entrado al país un total de 1.016 migrantes, que se encuentran varados en albergues cerca de la frontera con Colombia.
El viceministro de Seguridad Púbica de Panamá, Ivor Pitti, dijo que Panamá recibió en el mes de septiembre pasado 462 migrantes y en octubre se recibieron 554 más.
Pitti se refirió al asunto en un encuentro virtual entre las autoridades sanitarias de Panamá y Colombia en que se intercambió información epidemiológica en relación con la frontera que une a ambos países.
El flujo de migrantes durante la pandemia del COVID-19 no se ha detenido, indicó Pitti.
El viceministro de Seguridad afirmó que Panamá ha volcado todos sus esfuerzos para la atención humanitaria a todos y cada uno de los migrantes, en materia de vivienda, alimentación y salud, con el fin de que su estadía pasajera sea de su agrado, señaló un comunicado oficial del Ministerio de Salud (Minsa).
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La viceministra panameña de Salud, Ivette Berrío, indicó que Panamá y Colombia acordaran invitar a Nicaragua, Costa Rica y Ecuador a los próximos encuentros virtuales, toda vez que el flujo de migrantes "es un tema regional y debe ser tratado como tal".
Una vez que entran al país, los migrantes son alojados en los albergues de Lajas Blancas y de La Peñita, ambos en la provincia panameña de Darién, la peligrosa selva que hace de frontera natural con Colombia.
En su mayoría son personas provenientes de Haití, Chile y Brasil, además de India, Ecuador, Guinea, Pakistán, Angola, Sri Lanka y otras nacionalidades, con la idea de seguir camino hacia Costa Rica, para desde allí seguir en su recorrido con destino a Estados Unidos.
El pasado 9 de octubre, la autoridades panameñas informaron que dos migrantes irregulares, un mauritano y un haitiano, que entraron este mes a Panamá por la selva del Darién, fronteriza con Colombia, fallecieron, uno de ellos por el COVID-19.
El migrante que falleció de COVID-19 fue identificado como Sall Abdulaye Mamadou, de 28 años y nacido en Mauritania, y el otro como Bana Saint Halaine, de nacionalidad haitiana y de 50 años, cuya causa de muerte no fue precisada.
A esa fecha de octubre, según cifras oficiales, habían en Panamá más de 2.600 migrantes irregulares, la mayoría haitianos, pero también de países africanos y asiáticos, varados a raíz del cierre de las fronteras internacionales por la pandemia.
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Varias decenas de estos migrantes se han contagiado del nuevo coronavirus, por lo que han sido aislados en los campamentos e incluso trasladados a hoteles-hospital, según con la información oficial.
Las autoridades panameñas construyeron una nueva estación migratoria en San Vicente, Darién, luego que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte-IDH) pidió a Panamá resolver los problemas de hacinamiento en las estaciones migratorias de la frontera con Colombia.
Cada año miles de migrantes irregulares movidos por traficantes de personas llegan a Panamá procedentes de Suramérica y con destino a Estados Unidos, en un flujo que ha generado crisis humanitarias en el istmo centroamericano en los últimos años.